Centrado en el lenguaje y, por lo tanto, en la representación-palabra y la representación-cosa, el psicoanálisis freudiano abarca el campo de los procesos del pensamiento sin que jamás haya pretendido dar una teorÃa sistemática del mismo. Esta teorÃa del pensamiento, en permanente elaboración, es considerada aquà tanto como un deseo asà como un “acto de la carne”. Los impulsos, las emociones y los afectos, todos indican --como un hilo rojo-- la constante implicación del cuerpo en el pensamiento. Dado que el deseo requiere demora, entonces, es esencialmente masoquista. Como tal, debe estar investido por un masoquismo que le permita aprehender el futuro. Si el pensar es una caracterÃstica del humano, y le garantiza una libertad inalienable, entonces le exige a cambio la renuncia al placer inmediato. De ahà su evidente vÃnculo con el dolor y con el masoquismo erógeno primario, concepto que Marilia Aisenstein sitúa en el núcleo de todo pensamiento y que es el “guardián de la vida” cuando se desata la barbarie del hombre.