Si el poema es una vía hacia el conocimiento, el poema sobre el paisaje será un acceder al horizonte con la plenitud de los sentidos y la lucidez del pensamiento. Y si el paisaje es fruto de una experiencia personal, el poema será vía de autoconocimiento. El paisaje es una puerta. El poema, la llave. Y el tránsito es un peregrinar: hacia la memoria, la infancia, la raíz de los deseos y los temores, hacia la primitiva nuez que encierra la versión más pura y constante de uno mismo. Así concibe Carolina Olguín su viaje poético, que es, al mismo tiempo, un recorrido por ese camino de espinas y de gozo que llamamos vida.
Renato Tinajero