Esta investigación, desarrollada en la antesala del estallido de 2001, vuelve a poner sobre la mesa la experiencia juvenil y sus modos silenciados por las lógicas amarradas en el zoom escolarizante. La escuela está allí, en presencia o como nexo conectivo en tiempos de pandemia. Sus resquebrajamientos se dejan sentir en los cuerpos que la habitan así como los haceres periféricos, artesanales, errantes de maestrxs y profesores que a tientas van probando cómo no caer. Agobio, hiperproductividad y tentativas ensamblan una complejidad que cualquier saber ignora. Y ahí lxs chicxs, cada vez menos legibles a los ojos de la representación. ¿Ellxs y docentes igual de vulnerables? Chicxs en banda vuelve a la palestra. El vigor de este texto no está en sus enunciados literales sino en el espíritu que lo animó. El estado de investigación parece ser la solución, pero resulta que investigar no es buscar indicios que acontecen por fuera de nosotros sino poner a prueba nuestro modo de pensar una nueva ignorancia. En verdad no sabemos nada de la escuela porque nada sabemos del derrotero de una institución en el tembladeral. Tal vez la banda, las bandas nos preserven de las desolaciones y nos dejen ver engranajes de nuevas institucionalidades. Un texto pionero que se reedita a dos décadas de su publica