¿Qué pasa cuando se observa detenidamente algo que está tan presente en nuestras vidas que habitualmente pasa desapercibido? Observar el cielo ha sido para Silvia Gurfein un modo de pensar y habitar la tierra. Forma parte de sus inquietudes e intereses y, como tal, tendrá diferentes modos de aparecer en su trabajo a través de obras, bocetos, apuntes y archivos.
En este libro tenemos la posibilidad de adentrarnos en el proceso de una artista, haciendo foco en su obra pero también en aquello que queda por fuera y es germen de lo que producirá después: desde un intercambio de correos con su prima astrónoma o los registros de su cuaderno de notas hasta el acopio de imágenes en las que el cielo ha sido representado en la historia del arte.
Su investigación comprende también al iris, ese microuniverso único en cada humano: Miro el cielo pero también miro el ojo que lo ve. Su búsqueda se inscribe en la memoria afectiva, en la mirada de sus seres queridos y en la suya propia. La pregunta sobre lo que ve la conduce a lo que se oculta detrás de la obra: los puntos ciegos de la creación, los fantasmas de la luz.
Si pintar es para Silvia Gurfein una práctica, una experiencia sensible y objeto de pensamiento; escribir sin dudas forma parte de su experiencia artística. Por eso en este libro es posible ver el trabajo profundo y reflexivo que da cuenta de un universo propio tan poético como fascinante.