El texto vuelve, apelando al psicoanálisis y la filosofía, al concepto de interpelación ideológica como proceso de constitución de sujetos al interior de dispositivos, en un entramado simbólico que los trasciende. Desde esa perspectiva analiza las transformaciones en la lógica de gobierno de las poblaciones, desde la ficción del pacto social de unión basado en la soberanía de los estados nacionales hasta las nuevas formas de decisionismo impulsadas por organismos internacionales para América Latina. La transformación supuso, entra otras, una mutación: si en la modernidad el poder tendió a gestionar la vida y denegar la muerte construyéndola como un proceso que imaginariamente le ocurre al otro, el orden simbólico que se gesta desde los años setenta interpela a asumir la muerte como una amenaza insoslayable. En este proceso, la pobreza y la desigualdad son presentadas como metáforas de la muerte, al tiempo que se interpela a naturalizarlas como parte de la estructura ontológica del ser humano y como lugar desde donde brota la inseguridad. Esos complejos procesos son analizados en textos de filosofía política y documentos del Banco Mundial. A la vez se constatan los efectos subjetivos del proceso, a partir del trabajo de campo en medio de marchas de protesta en Buenos Aires, en relación a dos casos, conocidos como Blumberg y Cromañón. En ambos la muerte, asociada a la inseguridad, impulsa a los ciudadanos a exigir al Estado de modo apolítico rendición de cuentas. Esta política que aparece como apolítica es una de las tácticas con las que se intenta, por un lado, colonizar el dolor de las poblaciones y, por otro, forzar a los gobiernos de la región a profundizar las líneas establecidas por el Consenso de Washington y, en especial, a reformar la justicia.