Cuentos para los hombres que son todavía niños fue publicado por primera vez en 1919 bajo el seudónimo de Teresa de la , en Buenos Aires. Estos ocho relatos que la escritora dedicó a sus hijas, son un acercamiento a lo definitivo del terror, la soledad y la muerte. Dando voz a una muñeca de trapo, a un burro o al espectro de un arriero que deambula con un puñal en el pecho, Teresa Wilms Montt va enhebrando preguntas tan espeluznantes como reveladoras: «¿Es cierto que la bondad no existe?». Así, por medio de una prosa única y descarnada, advierte a sus lectoras sobre lo crepuscular de la existencia, como si estas páginas fueran consejos de ruta, o quizás también, un abrazo. La narrativa de Wilms Montt representa el horizonte más desconocido de su obra, donde, con igual voracidad que en sus diarios y poemas, consigue desbordar cualquier atadura de su tiempo, consagrándose como una de las escritoras chilenas más deslumbrantes y anómalas de principios del siglo XX.
Una autora eclipsada por su intensa biografía: lo tenía todo, talento, educación y belleza, pero su fuerte personalidad la hizo chocar con unas convenciones sociales que desde niña la castigaron por su pasión literaria (Elisa Fernández-Santos, El País, España).
Teresa Wilms Montt nació en Viña del Mar en 1893. Hija de un matrimonio entre reconocidas familias de la élite mercantil y política chilena, tempranamente comenzó a publicar textos poéticos adhiriendo a las ideas feministas y anarquista, cuya calidad y temática descolocaron a su círculo íntimo. Contrajo matrimonio con Gustavo Balmaceda Valdés a los diecisiete años. Este vínculo le permitió vivir en diferentes lugares de Chile como Valdivia e Iquique. Debido a los celos de su esposo por una supuesta infidelidad con su primo Vicente Balmaceda, fue recluida en el Convento de la Preciosa Sangre de Santiago durante dos años, donde escribió una parte sustancial de sus diarios. Tras un intento de suicidio en 1916, logró escapar hacia Argentina apoyada por el poeta Vicente Huidobro. Publicó todos sus libros fuera de Chile en un período de tres años, obteniendo el reconocimiento de los círculos intelectuales bonaerenses y españoles. Sus obras son: Inquietudes sentimentales (Buenos Aires, 1917), Los tres cantos (Buenos Aires, 1917), En la quietud del mármol (Madrid, 1918), Anuarí (Madrid, 1918) y Cuentos para los hombres que todavía son niños (Buenos Aires, 1919). Póstumamente la editorial Nascimento publicó en Chile Lo que no se ha dicho (1922), que recoge parte de sus diarios, entre otros textos. Y en 1993, Ruth González Vergara publicó una extensa y documentada biografía suya, titulada Teresa Wilms Montt: un canto a la libertad.