Un nuevo torbellino de acumulación por desposesión arrasa territorios, precariza la vida y agota los cuerpos. La explotación global se acelera, incorporando dinámicas de subordinación compartidas por millones de personas en el mundo que trabajan en sectores aparentemente poco relacionados entre sí. La centralidad de la producción tecnológica abarca desde las minas de litio a la censura del contenido pederasta de Facebook, así como el ensamblaje de los microprocesadores.
El horizonte de las nuevas luchas y resistencias, protagonizadas por un proletariado compuesto de comunidades dispares, pasa por pensar, discutir y experimentar en torno a esta economía precarizante, que cada vez es más capilar y diversa, y que genera indiscutibles relaciones de dependencia en todas las direcciones. Frente a la espiral de explotación, se crean resistencias que van desde laboratorios de experimentación como maps.Met en los territorios ocupados por Israel en Palestina, como los programas de administradores digitales de Detroit.
Cuerpos, pantallas y precariedad es un experimento colectivo llevado a cabo por Precarity Lab. Escrito a muchas manos, esperemos que este texto provocador sea tan solo el primero de los tantos que necesitamos para entender e intervenir sobre esta nueva fase de capitalismo hipertecnificado.