Nimmi Gowrinathan viajó por Sri Lanka, Eritrea, Pakistán, Colombia y México para entrevistarse con mujeres que participaron como combatientes en luchas armadas. A pesar de que en el imaginario las mujeres que toman las armas son una especie de anormalidad, en realidad representan una tercera parte de las personas que integran los movimientos guerrilleros en todo el mundo. Este soslayo quizás es producto de lo complejo que resulta integrar la categoría política de la mujer combatiente. «Cuando hablamos de violencia, el discurso político contemporáneo tiende a dividir el mundo en a favor y en contra, enturbiando nuestra capacidad para mirar a la mujer combatiente», nos dice este valiente libro que lucha por «expandir los límites políticos de la resistencia». La mujer combatiente, nos explica la autora, «se niega a que su dolor en crudo quede al servicio de un simulacro de indignación, en vez de usarlo para generar un cambio político».