Desde el medio marino a la atmósfera pasando por la práctica totalidad de la geografía terrestre, el planeta Tierra está sufriendo una era de enormes transformaciones físicas y ambientales provocadas por la acción humana, a una velocidad sin precedentes en los últimos millones de años, lo que permite a Fernández Durán afirmar que nos estamos adentrando en una nueva era geológica, la del Antropoceno. La expansión de las metrópolis urbanas, la hegemonía del sistema industrial y de la agricultura intensiva, y un consumo de masas que solo devuelve al medio ambiente residuos que en su mayoría son imposibles de recuperar para el ciclo natural, han llevado a la biosfera al límite de su capacidad de regeneración. En apenas cien años, durante el pasado siglo XX, la humanidad ha consumido más energía que todas las generaciones precedentes y se ha apropiado del 40% de la biomasa del planeta. Según diferentes cálculos, a la Tierra hoy le costaría alrededor de 1,3 años reproducir los recursos que la sociedad principalmente las poblaciones del Norte y de las periferias emergentes consume a lo largo de 1 año. Esto está provocando un colapso biológico que ha supuesto una pérdida del 30% de la biodiversidad de la Tierra entre 1970 y 2005 (lo que algunos ya denominan «la sexta extinción de la historia del planeta») y crecientes procesos de desertización, agotamiento y contaminación de acuíferos, deforestación y sobreexplotación de los ecosistemas marinos, todo lo cual incide negativamente y agudiza el cambio climático en curso.
El Antropoceno levanta acta de la vertiginosa senda de destrucción en la que se ha sustentado este crecimiento desaforado y literalmente criminal del sistema agro-urbano-industrial globalizado. Esta dinámica ha convertido las perspectivas de futuro en una carrera contrarreloj contra la destrucción del planeta que, a falta de voluntad política y si no surge una fuerte oposición, tal vez solo el agotamiento de los recursos energéticos pueda frenar.