Lidia de Jesús sufrió un accidente a los trece años y quedó cuadrapléjica. Su hermana Érika reconstruye la historia de esta incansable mujer, que no se dejó vencer por la tragedia, quien olvidó que sus manos eran herramientas necesarias para crear y se transformó en una gran pintora con la boca, ayudando a muchos en la misma situación a recobrar el espíritu y la fortaleza a través del arte. Concluyó estudios en Psicología y creó y dirigió una Dirección de Atención a Discapacitados y Grupos Vulnerables en Los Mochis, Sinaloa, su lugar de origen y residencia.