La imagen de la obediencia debida como expresión y realización de una moral, y la creencia de una supuesta justicia inmanente presente en la expresión del por algo será, constituyeron dos atractores centrales en la elaboración de las primeras etapas de nuestros diseños de investigación. Nos era necesario conocer y comprender la identidad moral operante para poder desentrañar la lógica de la acción genocida.
Para avanzar en esa dirección debíamos (al menos) conocer y poder articular dos procesos: investigar en qué estadios del proceso evolutivo del conocimiento y del control emocional se constituye una moral que puede expresarse de manera alternativa en la ejecución de un genocidio. Pero, a su vez sabíamos que la construcción de un juicio moral depende de la existencia previa (instalación) de una determinada representación de la realidad del mundo. Esta representación constituye el escenario de fas acciones posibles y necesarias de realizar; impone la lógica de la acción que determina y realiza una moral.