Una y otra vez la poética de Alejandra Pizarnik convoca nuevos lectores. Así, del diálogo entre su obra y Paola Gallo nació este libro. El hilo conductor de su ensayo lo encuentra la autora en la distinción lacaniana entre lo imposible y lo prohibido, con esa diferencia ella sitúa dos momentos de la obra pizarnikiana. El tiempo en el que la poeta busca redención en la palabra poética: y qué busco? [...] los nombres precisos y preciosos de mis deseos ocultos, tiempo que encuentra su límite en la percepción misma de la naturaleza del lenguaje. Todo tiene nombre pero el nombre no coincide con la cosa a la que me refiero. El lenguaje es un muro para mí, un muro, algo que
me expulsa, que me deja fuera. Ante este quedar fuera, percibido como fracaso, la poeta hace un movimiento en el que se conjugan, con intensidad, su erótica y una escritura mucho más desafiante respecto a los supuestos cánones del bien decir y del bien pensar. En ese sentido transgresora de lo prohibido, Alejandra Pizarnik juega en la lengua, con su música y abre a nuevos y sorpresivos disfrutes. Conocer el volcán velorio de una lengua equivale a ponerla en erección o más exactamente en erupción. La lengua revela lo que el corazón ignora, lo que el culo esconde. Hasta tocar aquí otro límite, el del goce mismo de la lengua. La propuesta de Paola Gallo invita al lector a seguir este apasionante derrotero poético y a disfrutarlo dejándose llevar por el camino que trazan las páginas de este libro. Raquel Capurro