Literatura, sociología y feminismo se dan la mano en ensayo fresco y provocador que cuestiona el amor romántico y explora otras formas de relacionarnos.
El peso otorgado a la idea de exclusividad en una relación amorosa es un tema que levanta pasiones y que está marcando algunos de los debates más interesantes de los últimos años. En el fondo se nos educa para aspirar a una utopía: al día en que finalmente descubramos el Amor Verdadero y encontremos a nuestra media naranja. Pero la fantasía del amor romántico,
lejos de ser la eterna felicidad que nos promete, es el origen de muchas de nuestras miserias, y está atravesada por expectativas en las que se mezclan contexto político, cultural e historia personal.
Más que una crítica a la monogamia, El día que aprendí que no sé amar es una invitación a repensar los patrones que mantienen a la sociedad dividida en un binarismo que cosifica al otro y nos impide tener expectativas más realistas y relacionarnos con personas de carne y hueso, y no con un ente abstracto dibujado en nuestra imaginación.