En este libro se da cuenta de una suerte de futuro distópico. Existe un complejo llamado La fundación. En él se instala, con todas las comodidades posibles, a un grupo de científicos del más avanzado nivel para que lleven a cabo sus investigaciones. El director de tal centro de estudios se encarga, además, de analizar el propio modelo del mismo. Se han dado cuenta a lo largo de los años, que después de cierto tiempo, el modelo colapsa y destruye a La fundación, por lo que se debe iniciar de nuevo el proceso. Es justo en ese entendido que la novela comienza: se acercan los días finales de La fundación: el último de los investigadores acaba de llegar, el residente número 24. Es un biólogo especializado en Morfogénesis. Pronto las cosas tomarán un cariz extraño. De entrada, se relacionará con una lingüista. También, descubrirán la existencia de un investigador fantasma: sus cosas están en su dormitorio, pero su nombre no aparece en la base de datos y la persona no está en ninguna parte. Entonces sí: es un thriller pero también es una narración con un fuerte contenido científico y, por supuesto, es gráfica. Los elementos son claros: un universo cerrado y pocos personajes.