El para siempre dura una noche. bajo este titulo, Rosamaría Riffiel, como de costumbre, se atreve al desafío y se anima a compartir, hechas cuento, algunas enseñanzas que ha obtenido del diario vivir. Aquí, al igual que en Amora, la autora hace gala de su don de saber trasladar al papel el habla coloquial en forma de diálogo cotidiano y creíble, alejado de grandiocuencias; pero también recurre, y con mayor frecuencia, al monólogo interior, a "esas cosas que sólo una se cuenta" y que son espejos del fluido del pensamiento y del recuerdo. Así, es un aspectro que recorre diversos estados de ánimo y variados ejemplares de existencia prohibida y marginal, Rosamaría Roffiel regala una vez más a la incipiente narrativa lésbica mexicana su talento y su legandaria dulzura.