La bioética, como ética especial, está fundada en leyes, como todo conocimiento científico; pero las leyes en que esta se basa son esenciales, no cambian ni cambiarán nunca, porque el respeto a la vida humana, en todos los estadios de su desarrollo, es un deber del hombre para consigo mismo y para con los demás. El fílósofo Tristram Engelhardt propuso una bioética fundada en el consenso. En El valor de la vida. Hacia una Bioética epistemológicamente fundada se pretende probar, poniendo énfasis en los principios, si esta bioética es viable desde una perpspectiva epistemológica. Porque la vida física de las personas es el valor fundamental que es necesario respetar, dado que es el fundamento de la espiritualidad humana, y sobre ella se pueden dar los otros valores como la libertad y la sociabilidad, es necesario, entonces, que el hombre contemporáneo de ciencia no olvide que forma parte de la Naturaleza y no sobrepase los límites propios de lo humano pretendiendo erigirse en hacedor de la vida.