En la actualidad, la noción de identidades como unidad analítica y heurística de comprensión de lo social ha tomado una importancia considerable en las ciencias sociales en razón de su potencialidad como descriptor de la acción y los procesos relacionales. Ello nos conduce a revalorar y dar cuenta de una serie de fenómenos dispersos, relacionados con los procesos y sentimientos de pertenencia, y la existencia de una pluralidad de adhesiones personales y grupales, que vislumbran diversas maneras de organizarse en sociedad. La reflexión sobre las identidades se ha convertido en un instrumento para comprender la actividad ordinaria y compleja de los seres humanos en constante interacción. Es en este debate que las identidades como noción se pueden plantear en términos de epistemologías, pues al reconstituirlas, al comprender su constitución y movilidad, nos proporcionan un conocimiento sobre nuestras sociedades. Así, las identidades como metáfora de lo social, contienen una tonalidad que permite la apertura de formas alternativas para comprender el mundo que vivimos, sentimos, experimentamos y compartimos, al rescatar la potencialidad del intercambio en la diversidad que priorizan los gobiernos contemporáneos. Esta reflexión general y colectiva se planteó la comprensión de los factores que involucran las acciones, sentimientos e imaginarios de pertenencia en los grupos humanos, tratando de generar una herramienta propia de comprensión de la interrelación
en entornos de diversidad.