En los fenómenos creativos de todo tipo pero muy especialmente en las manifestaciones artísticas, podemos advertir la presencia de dos fuerzas en eterno conflicto. Advertimos que en toda obra pictórica hay un continuo interjuego dialéctico entre ambas tendencias tanto creativas como destructivas, entre las manifestaciones plásticas de los instintos de vida y las formas en las que los instintos de muerte se muestran. Como plantea Juan Vives en los ejemplos que expone en referencia a las obras de Pierre-Auguste Renoir, Egon Schiele y Lucian Freud, hay ocasiones en las que predomina casi con exclusividad la presencia de lo erótico, de los impulsos de vida; mientras que en otras, las pulsiones destructivas están más presentes, en ocasiones con gran claridad y transparencia, pero en otras su cometido actúa de manera más soterrada. Pero de cualquier manera, en la obra artística siempre encontraremos esa lucha que trata de abrirse paso desde lo erótico y lo tanático.