Este libro es una compleja trama sobre la cultura como poder y el poder como cultura tejida en colectivo desde lo personal que deviene político, desde mujeres y prácticas irreverentes que desafían el orden instituido haciendo uso de recursos que provienen de los márgenes. Tal es el caso de la escritura fragmentada del recado que se torna en manifiesto crítico, pero también del graffiti de mujeres como escritura y práctica posible en un espacio concebido como exclusivamente masculino; del grito contestatario de las rockeras y sus formas de apropiarse del escenario; del concepto de cuerpa como construcción colectiva que permitiría la descolonización de los cuerpos; de la creatividad subversiva aplicada a la protesta para manifestarse por el reconocimiento y celebración de la diversidad; del silencio como una forma de subversión política y re(ex)sistencia en personajes populares como la Llorona, y de la imagen fotográfica, que tanto tiempo fue parte del mecanismo de objetivación de las mujeres, reapropiada como herramienta de activismo visual e interpelación a historias de la cultura popular.