El que habita la soledad no debería escribir poesía y sin embargo la escribe, con ese sin embargo, que Galileo antecedió a su célebre afirmación del movimiento de la tierra. María García Velasco titula su libro Juego de solitarios y el plural resulta inquietante, los solitarios ¿configuran un grupo o una multitud? ¿De dónde viene la experiencia de la soledad?, y ella en sus versos parece afirmar que el deseo, de la sexualidad, del cuerpo, pero de una sexualidad y un cuerpo muy distintos del estereotipo trivial, vividos a fondo en su propio conflicto. Una poesía intensa, valiente, sincera, que transforma todos estos calificativos en virtudes literarias y así nos comparte su Juego de solitarios.