La casa de Mema, en el corazón de Ciudad Nezahualcóyotl, fue en los noventa un hogar, un centro aglutinador por el que circularon grupos de jóvenes marginados de otros espacios sociales, incluso los familiares. Travestis, sexoservidores, jotas, locas tendieron en la casa de Mema una red de convivencia, un espacio en el que "está permitido ser".
La Mema se ha destacado como un incansable activista y promotor de la lucha contra el sida. En la década de los noventa recibió en su casa a la socióloga Annick Prieur, que se integró a la rutina cotidiana de los habitantes de la casa; siguiéndolos en sus trabajos como estilistas o sexoservidores, acompañandolos en las noches de diversión en la calle o en las discos, visitándolos en la cárcel y compartiendo con ellos las tareas del día a día.
Desde esta perspectiva, la autora analiza el complejo entramado de relaciones entre homosexuales, travestidos o no, jotas, locas y bisexuales. este estudio es un aspecto de la construcción del género, abordado desde el papel del cuerpo, la clase, la familia y la dominación.
La casa de la Mema ya no existe, aunque él dice que no ha descartado la idean de reemprender el proyecto: "dólo espero que si algún día revico la experiencia no sea a los 90 años de edad, porque sería "el asilo de la Mema" (aunque éste también haga falta)".