Hoy en día, en los países occidentales estamos viviendo tanto la fragmentación del binarismo del género, es decir, la división del mundo social en dos géneros, como su persistencia. Los géneros múltiples, los pronombres y los baños neutros, las designaciones X y otras manifestaciones en favor de la supresión del género se están convirtiendo en algo común. Sin embargo, la estructura ambivalente del género, con sus normas y expectativas discriminatorias, persiste en nuestra sociedad y encubre la continuidad del poder y el privilegio de los hombres. Por ello, antes de acabar de eliminar el binarismo, es necesario seguir valorando los logros de las mujeres, especialmente las de los grupos más excluidos.