Comencé a dibujar los nueve
pliegos que componen este volumen preguntándome qué vínculos podrían existir entre texto y fósil; entre puntuación y sedimento; entre la estructura de un libro y la del suelo.
La frase de Anaxímenes que le da título (tomada de una traducción bastante libre) me dio una pista: si
la tierra es plana como una hoja,
cada tabloide podía contener algún vestigio, rocas, partículas de mineral; y, al doblarlos sobre sí mismos para formar cuadernillos, también se irían acumulando en posibles estratos. Todas estas capas de papel, así como los trazos superpuestos, proponen una especie de manuscrito de la tierra; un paisaje palimpsesto en el que cada imagen conforma un vocabulario que proviene de tratados y revistas de paleontología y geología de distintas épocas.