Antonio Gramsci, político y teórico comunista, es apenas conocido en toda su dimensión por las condiciones en que tuvo que realizar su labor (desde la cárcel), por lo fragmentario de su producción y, en gran medida por sus divergencias con la dirección de la Internacional Comunista. Gramsci jamás puso en duda que la Revolución Socialista no podía tener lugar sin la destrucción del estado burgués y la instauración de la dictadura del proletariado.