Las madres, esposas, hijas, hermanas, salen desesperadas a buscar a los suyos. A los que se llevaron. A los que están perdidos. A los que faltan. Los buscan en caminos, montes, desagües, sembradíos, casas abandonadas, pantanos, basureros; en las morgues, en prisiones y hasta en casas de seguridad. Ellas son un mundo de sobrevivientes; criminalizadas por las instituciones encargadas de proveer seguridad y justicia, son amenazadas por el crimen organizado y juzgadas por la sociedad. ¿Cómo es buscar a un ser querido desaparecido? ¿A qué se enfrentan cada día? Para los familiares que viven en esta lucha, el futuro es una palabra rota. El tiempo es un asesino. La vida no puede continuar porque en casa hay una silla vacía. Los días pasan y no basta con llorar, suplicar y maldecir. De la agitación llega la desesperanza. Pero su tenacidad es más fuerte, los anima a levantarse y salir a buscar.
¿Adónde llevan a los desaparecidos? Ante una fosa clandestina las lágrimas no piden permiso para salir, el corazón se acelera, el estómago se agita. Después de tanto buscar, con los meses y los años se desvanecen las esperanzas de hallarlos con vida. Entonces, de una tumba inhóspita surge el anhelo y se siente alegría de hallarlos, aunque sea en esas condiciones, de saber que ahora alguien descansará en paz.
Las Rastreadoras comparte crónicas de sucesos reales, testimonios, datos duros e indagaciónperiodística frontal. Compilación de reportajes especiales de periodistas independientes que decidieron nombrar esta situación.