En el ensayo Lenguaje inclusivo, Brigitte Vasallo aborda críticamente el problema del lenguaje inclusivo, prescindiendo de los análisis centrados en la incorrección de la lengua y situando el debate en el campo de la práctica política y los condicionamientos que atraviesan a las subjetividades. Desde la visión androcéntrica que permea en nuestras sociedades, el género masculino es tomado como universal y todos los demás conceptos y categorías se definen a partir de su relación con él. Partiendo de este contexto, Vasallo se pregunta (e intenta responder): ¿qué implica hablar de inclusión en el ámbito lingüístico? ¿Quién está incluido (y quién no) en el discurso que habla (y por qué)? ¿El lenguaje inclusivo puede resolver la exclusión estructural de la lengua (que es, a su vez, la materialización de otras exclusiones estructurales y estructurantes de subjetividades: la clase social, la raza/etnia, capital cultural, etc.) simplemente al usarse la a, la e, la x, la @ o cualquier otro símbolo? La autora retoma ejemplos de la cultura pop y dialoga con numerosas fuentes provenientes de la sociología, la semiótica, la antropología, los estudios poscoloniales y los feminismos para articular su argumento: la búsqueda (y la puesta en práctica) de una forma de lenguaje que permita evitar la discriminación de género en la comunicación pertenece al universo de la política y no puede resolverse sólo modificando el género de las palabras o generando listas de identidades que terminen insertándose en el discurso hegemónico. En contraparte, Vasallo plantea la búsqueda de usos del lenguaje que provoquen ruido (p. ej. reapropiación de palabras como maricón o marimacho por parte de los grupos marginalizados) para desmantelar las estructuras de poder encarnadas en la lengua y, a la par, hallar nuevas formas de nombrar y resignificar más allá de los márgenes para dar voz a las voces subalternas.