Melliza, en singular, abarca el camino de una voz (la de una y la de otra, alternadas) que va de la leyenda familiar y el relato paterno sobre las mellizas (la patria de la infancia, la palabra que origina el juego entre hermanas) a la escritura a cuatro manos dirigida a la madre en medio del viaje, tambaleantes en la superposición hogar/exilio: la matria futura que posibilita el recorrido (el día/ en que nos contaremos todo). La búsqueda constante de lo que (nos) duplica pero a la vez es otra mujer/ciudad/historia/lengua constituye la resonancia que cada poema encarna, ese murmullo persistente que no nos abandona, lo que la poesía nos revela para poder ser. Valeria Cervero