Isadora Duncan no fue solamente una mujer que revolucionó el mundo de la danza clásica y tradicional, intentando crear un nuevo arte interpretativo a partir de bases diferentes, sino que, además, su vida fue un constante y lúcido esfuerzo por oponerse a muchas normas y creencias que se imponen sobre las mujeres.
Su vida es, a pesar de los años transcurridos, un ejemplo sugestivo y enriquecedor para muchas mujeres que nos debatimos contra nuestra opresión.