Motín le transporta a la trastienda del poder, en un viaje lleno de turbulencias que atraviesa la especulación alimentaria, los absurdos beneficios petrolíferos y los asombrosos tipos de interés.
¿Cuál es la brújula? Pues cosas sencillas como: una comida sana, unas facturas asequibles, unos ingresos decentes y un entorno habitable.
Motín surca los océanos del mundo para forjar lazos con los agricultores de café y los mineros de litio, con la gente que ya no desea vivir bajo el yugo del dólar.
Motín le da voz a la obra viva del barco. Tanto en el Norte como en el Sur. Ofrece una perspectiva distinta de las relaciones internacionales.