La muerte nos interpela a todos, aunque pretendamos que no tiene que ver con nosotros, como si quisiéramos asegurarnos de que es a los demás a quienes llama, que son los otros los que mueren. Ahí está siempre al acecho, lista para dar el zarpazo, y esa es nuestra tragedia y nuestra sombra perseverante, a pesar de los esfuerzos para hallar una puerta de salida. Sabemos que es uno de los grandes asuntos de todos los tiempos y la literatura no ha sido sorda a su reclamo. La muerte es tema y, a veces, circunstancia; pero también es personaje de muy diversa índole que puede adquirir el gesto de la tragedia, de la melancolía, aunque también el de la risa. Y esto es justamente lo que hace a este estudio diferente de los que tradicionalmente se ocupan de revisar el tema en la literatura. La autora del ensayo decidió seguir la pista de las huellas de la muerte que ha sabido reír burlona, juguetona o pícara y que se ha dejado oír en las páginas de incontables libros de literatura hispanoamericana.