Las feministas estuvieron siempre enfrentadas a las conductas caritativas que por lo general emprendían las mujeres de los sectortes de élite y que caracterizaron a la principal agencia "nacional", la poderosa Sociedad de Beneficencia, cuya extinción nada tiene que ver con el mito del enfrentamiento clasista de Eva Perón. La heredera principal de sus acciones fue sin duda la Fundación que llevó su nombre durante el régimen político en que cristalizaron los derechos sociales y se manifestaron los atributos del Estado de Bienestar Social, aunque su fragua parece haber sido propia de un "Estado Social", de acuerdo con algunas revisiones con las que discute la autora de este libro. El análisis abarca un arco variado de acciones encaradas por diferentes comunidades étnicas, especialmente judías y musulmanas, y que ponen en evidencia el sostenimiento económico no sólo de esas comunidades, sino del propio Estado nacional, que dotó con repetidos subsidios su actuación. Si la intervención de las "políticas sociales" en sentido directo fue relativamente contenida y más bien menguada en las primeras décadas del siglo pasado, las dotaciones de recursos dispuestas presupuestariamente fueron, en su expresión global, singularmente generosas en nuestro medio.
Donna Guy nos entrega aquí un análisis virtuoso por la erudición, la polifonía y la capacidad de conmover algunos presupuestos. No hay dudas acerca de las posibilidades polémicas de sus conjeturas y conclusiones, mediante su esfuerzo de desafiar los lugares comunes y las fórmulas historiográficas trilladas, realizando un ejercicio fino de rigor e imaginación.