Es importante señalar que Música y sociedad fue escrito en esa encrucijada de caminos, en esa época de definiciones políticas a ultranza, de -como dice el propio Siegmeister- decadencia de las viejas formas ampulosas y desaparición de nuestros grandes maestros burgueses, sin nadie a la vista para remplazarlos. ¿Hemos llegado al fin? ¿Qué nuevo camino se avizora para la música? Estamos en 1938, en las puertas de la segunda guerra mundial y con la guerra civil española prácticamente definida en favor de las fuerzas fascistas. Siguiendo su propio desarrollo, compartido por muchos de los grandes maestros que habrán de ser, Elie Siegmeister busca en las raíces de su pueblo esa nueva música que habrá de marcar la tónica del siglo XX. Así el jazz, los spirituals, los cantos de trabajo, tanto de las fábricas como del campo, lo impulsan hacia un camino determinado: aquel que habrá de conducir a la música social. Siegmeister está acompañado en ese esfuerzo por músicos tan dispares como Davidenko, Eisler, Shostakovich, Blitzstein, Copland, Riegger, Revueltas, Prokofiev Aquí empieza el desarrollo de un arte musical colectivo del pueblo, como una fuerza civilizadora, entre todos los pueblos de la Tierra.