La mayoría de los cuentos tradicionales nacieron con la idea de enseñarnos algo. La Bella y la Bestia, que no hay que guiarse por las apariencias; La Sirenita, que no hagamos tratos con los malos y La Cenicienta, que siempre se premia ser bueno. Pero mucho tiempo atrás, Caperucita Roja era una forma de advertirnos que no debíamos confiar en desconocidos y había que hacer siempre lo que nos decían madres y padres. Pero todas esas historias también cuentan algo más: que si no fuera por el cazador, el príncipe o el mago, no habría final feliz. Entonces, las caperucitas de todo el mundo, cansadas de esto porque ellas eran iguales de valientes, decidieron escribir su propia historia... "Había una vez una niña muy valiente. Era la que trepaba más alto a los árboles, la única que se atrevía a salir cuando hasta las estrellas se ocultaban y la que hacía las preguntas más difíciles? Porque para ser valiente no basta con actuar distinto, también hay que pensar diferente".