La persistencia en el decir y la mudanza de los decires. Eso ha hecho al hombre que somos desde el tiempo de nuestros abuelos primates. Un berretín de signar evidenciando un paso: pathos en el que es arremolinado desde el principio, como por un viento huracanado, llevado de un lado a otro. Pero no un signar que señala algo interior y donante de sentido, sino un signar originario que es de suyo sentido y donante. Un acontecer sígnico que lo trasciende y lo pone hombre, como 'pastor', según aquella célebre expresión de Heidegger, reducido a su esencial provisoriedad: la de pasar cuidando tomando apuntes de arreboles y oscuridades.