Son los años de lucha, de aspiraciones y vicisitudes dentro del círculo de Intelectuales que tanto aportaría a las letras francesas. Simone se permite dar la espalda a las convenciones. Llega con Jean-Paul Sartre a un pacto que ambos cumplen escrupulosamente, tal vez porque es un pacto que les respeta esa libertad individual, absorbidas por la docencia, la literatura y una especie de manía ambulatoria.