Esta obra Evaristo parece tener dos escrituras simultáneas: con una mano, activa la memoria sociopolítica y corporal, y con la otra, la trama. Probablemente esta sea la única forma de hacer un libro con esta fuerza centrífuga. Una niña recuerda los días en que su favela está por ser desfavelizada; al hacerlo construye simultánea y magistralmente a otro personaje: la memoria colectiva, siempre cargada y en constante tensión con el presente. Por eso este libro tiene un efecto espiral único, es ubicuo y fragmentado, se trata sin duda de una de las novelas memorialistas más importantes de la literatura brasileña, en la que Evaristo ejerce la escrivivencia.