Las revueltas se comunican entre sí, como ondas sísmicas que atraviesan todo el planeta, sorteando fronteras y nacionalismos para retroalimentarse entre una lucha y otra, aunque las condiciones en las que nacen sean muy diferentes. Así, poco a poco, vamos construyendo horizontes compartidos de liberación, porque la máquina que nos oprime es global, aunque implemente mecanismos muy diferentes de un territorio a otro.
Por eso libros como este son tan importantes, porque forman parte de esta comunicación. No porque sean como terremotos que cruzan fronteras en un segundo, fomentando más revueltas, sino porque son más cuidadosos y elaborados de nuestra comunicación solidaria, la que necesitamos aprender, recordar, echar raíces más profundas entre explosiones.