Los poemas de Roberta no están hechos como chorizos o salchichas están bordados sobre telitas, escritos con marcadores, esculpidos en madera, soldados en metal. Unos están pegados en la heladera, otros tatuados en el diente roto de una princesa o dentro del estómago de una mulita. Algunos son piedritas apiladas y abandonadas, otros están en su corazón para siempre. Los más raros aún ni ella sabe dónde están.
Fernanda Laguna