Casandra heredó el departamento de su infancia, luego de la inesperada muerte de su madre. No vio el cadáver, pero lo soñó por días. Casi los mismos que le tomó ordenar las pertenencias y limpiar el espacio, deshacerse de aquellas fotos familiares que mamá había recortado para amputar su propio rostro.
Bajo la promesa de estar sólo por un tiempo, Casandra y su novio, Fernando, se instalan en aquel departamento aún habitado por rencores y secretos. Ambos deben lidia; además, con las manías y exigencias de las vecinas ancianas del antiguo edificio; sobre todo,Casandra, a quien critican y dan órdenes disfrazadas de recomendaciones tal como lo hacían con mamá. Cada vez más alejada de Fernando, enajenada por el encierro y atada a los fantasmas del pasado, Casandra siente que su mundo se estrecha en un cerco de fronteras nebulosas.
¿Estará convirtiéndose en ella, en mamá?
Dueña de un gran talento narrativo, Bibiana Camacho despliega aquí los claroscuros de una relación entre madre e hija, logrando desvanecerlos bordes que las limitan sin que se fundan por completo. Sangre nueva revela el desequilibrio de esa intimidad que aturde y duele.