En estos cuentos el sol siempre da en la cabeza. Senda Llacunes nos guía por un derrotero de vidas
resolanas, espejismos del desierto que se alargan como las sombras a medida que llega el ocaso.
Pueden ser un grupo de mujeres recorriendo los pueblos de la frontera norte jugando y ganando
partidos imposibles o un ermitaño hijo de yerbateros que un día no tiene más provisiones en la
puerta de su casa y abandona el pueblo haciendo el mismo recorrido que sus padres hasta Livilcar
en busca de una respuesta a la soledad de décadas. En estas cinco historias la desolación se describe
con parsimonia y pega con la dureza del relato oral, ese que deambula entre los más viejos como el
mate pasando mano por mano; vidas donde la tragedia es una yerba más del sendero a la que hay
que saber cuidar y mascar con cuidado para llegar a destino, porque todos los caminos conducen a
uno. Esta primera publicación de Estefanía Bernedo nos enfrenta a la hostilidad del paisaje y todo lo
que está anclado a él: plantas, comidas, personas, dioses, ritos, recuerdos. Es el rugido del norte que
ennegrece el sol como un eclipse y luego vuelve a brillar. Nicolás Meneses