Para miles de personas que han sufrido las consecuencias de la crisis económica de 2008, el activismo se ha convertido en la única fuente de esperanza para defender su derecho a una vivienda y una vida dignas. A través del análisis del día a día de dicho activismo, este libro esclarece cómo, gracias a una forma de organización laxa y basada en la movilización a escala local, los movimientos sociales que responden a esa crisis han desarrollado una forma de expansión horizontal que ha permitido amalgamar una multitud heterogénea de nuevos activistas. Las oportunidades y retos que plantea esta forma de movilización ofrecen valiosas lecciones para avanzar en la construcción y conjunción de movimientos antagonistas al capitalismo.