Mi abuela murió un jueves. Ese día supe que debía irme lejos, confiesa Anahí Zúñiga al inicio de Sigo aquí, un ensayo íntimo en el que la autora recorre los claroscuros de su vínculo con la palabra, la salud mental, las relaciones personales y la creatividad, en una búsqueda cruda pero entrañable por dar sentido a las heridas de la memoria, la familia, la sociedad y el cuerpo mismo. Poseedora de una lucidez penetrante y de una gran fuerza poética, la autora abre sus llagas en estas páginas y expone sus dolores para que el proceso de sanación sea profundo. El lector puede entonces proyectar sus propias aflicciones, no en un afán masoquista, sino de identificación y acompañamiento, afirmándose en la vida a través de la lectura. Sigo aquí es un testimonio del camino andado y una invitación a leer con nuevos ojos los versos de Anne Sexton y Alejandra Pizarnik. Es bailar con Joy Division y cantar con David Bowie, mientras se mira con curiosidad inagotable nuestro interior y se revela la verdad que vive en nosotros. Es habitar la tristeza y también encontrar los detalles gozosos que iluminan cada día. Es la voz que protesta y el llanto que acompaña. Es, sobre todo, una afirmación vital: Sigo aquí.