¿Cómo abordar a un autgor contemporáneo, de obra profusa, desde la dimensión de lo político sin traicionar los mismos pasos sobre los cuales se marcha? ¿Cómo situarlo en un laberinto de textos, en su linaje y discontinuidades, cuando se resiste a quedar circunscripto en los marcos y lenguajes que la teoría de las ciencias sociales y la filosofía ofrece en un camino académico convencional? Una voz singular interrumpe la matriz de filiaciones: Peter Sloterdijk es un caso de radicalidad inusitada en el panorama filosófico actual. En lo que a él concierne, podemos decir en primera instancia que se preocupa por algunos aspectos de la historia de la cultura occidental (no de la historia de la filosofía) para detenerse en aquéllos de las prácticas culturales contemporáneas que hacen saltar la vieja noción moderna de hombre. Podría tratarse de aquel segundo camino, pero con una gran diferencia: allí donde impera el nivel descriptivo, Sloterdijk asume la función diagnóstica; allí donde se habla de sujeto, él se refiere al hombre.