Estamos frente a una obra existencialista. La poesía deviene en una indagación del ser libre frente a la alienación, del ser mujer y artista en una sociedad de órdenes y estéticas masculinas y del ser finito ante una existencia sin dioses cuya respuesta vital y poética se asume en la disidencia, en la marginalidad y el nihilismo. Stella, La Colorina, como se les llama en Chile a las pelirrojas -quienes, por cierto, en el medioevo eran consideradas hijas del mal-, es una hereje poética inconveniente al sistema, al canon y al temple heteropatriarcal de su país, cuyo fuego anómalo incendió la escena de su generación.