He aquí el problema de Tiresias: ¿qué es la mujer? Su error es tomarla como es. Ahora bien, ni siquiera la mujer escapa a su nuevo proyecto total: necesita reinventarlo todo. En cambio, para conocer a la mujer, Tiresias se convierte en mujer: de esta forma comprende la alteridad, la diversidad, la novedad, como un dato preexistente y preconstituido, cuya adecuación es la condición para su conocimiento. Incluso
cuando alcanza la sospecha de una dialéctica de influencia recíproca que opera en las relaciones humanas, esta sospecha la advierte en la perspectiva aberrante del dominio, de la lucha, de la derrota. La feminidad es concebida por Tiresias como un elemento inmutable, una esencia. El paso de la condición masculina (necesariamente homosexual, porque está fundada en la identidad) a la condición femenina (necesariamente ninfómana, porque está fundada en la diversidad) se desenvuelve sobre la base de un trasfondo equívoco: que la masculinidad y la feminidad son concepciones del mundo radicalmente opuestas y recíprocamente excluyentes. Son en cambio dos caras complementarias e igualmente abominables de la misma medalla: la verdadera superación de uno sólo de estos términos implica la crítica de ambos y de la situación histórico-social que éstos suponen.