?Accedemos a Todo es mentira en las películas de un empujón, sin descripciones que nos embriaguen ni citas lapidarias acerca del sentido de la vida, guiados por una voz aséptica, notarial no sólo en los análisis, los extractos de la prensa o los folletos de viajes. Caemos en un relato dispuesto a modo de patchwork, que se presenta como novela pero muta en libro de cuentos, poemario, guión de ese cine cuya honestidad cuestiona, fragmentos de unas vidas que podrían truncarse en la puerta de al lado, sin que nos enterásemos de sus problemas. Porque en la pantalla grande, comenta Luis, los prota-gonistas se aburren en unas vacaciones eternas.Y ?añadimos noso-tros? las relaciones humanas se desarrollan en tobogán, rápidas y fáciles, con textura de papilla y credibilidad de humo.