Anciano ya, el reconocido gastroenterólogo Emilio Nassar tuvo un proyecto: dejarse morir de hambre. Como testigo de esa agenda oculta eligió a su joven nieta, Emilia, con quien compartió largas charlas de café antes de fallecer. Aún afectada por la pérdida, y enfrascada en una turbulenta relación amorosa, Emilia se dedica a reconstruir los últimos meses de convivencia con su abuelo; los últimos meses de ese ávido lector, megalómano incurable, padre autoritario, abuelo melifluo, conservador recalcitrante, cinéfilo y caballero a la antigua. Ajena a toda solemnidad, Emilia rememora los animados y conmovedores monólogos de quien, pese a su determinación suicida, siempre tenía un recuerdo, revelación o nuevo prejuicio que contar, como cabría esperar de un hombre intolerante pero, también, que ofrecía gallardía, ternura y, en sus mejores momentos, el más sensato consejo: «no estamos aquí para dormir angustiados: hemos venido a pasarla bien». Sin embargo, Emilia se dará cuenta de lo complicado que es aplicar ese principio en su caótica vida. Hecho que arrojará una tímida, triste, pero reveladora luz acerca del sinsentido de nuestros afectos.