Una nouvelle y ocho cuentos peregrinan la retórica pregunta de ¿si es posible enderezar las curvaturas del destino? ¿la maldita predestinación de la tragedia?. Para asfixiarnos suavemente, con una limpieza y cabalidad del lenguaje que no da tregua y que cuando nos tiene envueltos, corta con la tenacidad de un cirujano veterano blandiendo escalpelo, tan fino y pulcro que no se siente hasta que el óxido, el olor y el sabor de la sangre son fulminantes. Nos confronta con la inconmensurabilidad de lo patético, la condena a deambular desorientados el camino.