México es un país marcado por múltiples desigualdades. Dichas desigualdades se traducen no sólo en una división entre quienes tienen y quienes no, sino también en el acceso a bienes y servicios, el pleno ejercicio de derechos básicos, el acceso a la justicia y, en última instancia, en diversas formas de violencia. En este contexto, las tecnologías se han convertido en un arma de doble filo: mientras funcionan como herramientas para garantizar derechos como la libertad de expresión, el acceso a la justicia y buscar caminos hacia la autonomía; son también aparatos de vigilancia, control y criminalización para quienes trabajan por una sociedad más justa.
Históricamente hemos desestimado la manera en la que el uso de las tecnologías afecta, tanto positiva como negativamente, la protección y garantía de los derechos humanos. Si bien ha contribuido a la amplificación de tareas de la sociedad civil organizada, también ha vulnerado la seguridad, privacidad e integridad de la ciudadanía, desde el acceso diferenciado a servicios y tecnologías hasta los abusos de poder cometidos por el Estado.
Las historias que conforman este libro son experiencias de resistencia y memorias compartidas sobre cómo la violencia digital y sociopolítica ha impactado a la sociedad civil organizada, pero también sobre los esfuerzos de resistencia, aprendizaje colectivo y creación de comunidades que siguen apostando y trabajando por un mundo más informado, más libre, más organizado, más justo.