Los personajes desarrollados por Adriana Ayala se preguntan si deberán de sucumbir a la tentación de tirarse al vacío, aunque aparentemente ya están ahí: plenos de soledad y sin sentido. Quizá les baste abrir el encuadre de una fotografía, escuchar una y otra vez un disco en año nuevo, confesar antes de elegir la salida, descubrir que la muerte huele a sopa de verduras y negarse a ser lo que otros esperan de ellos para salvarse. Dividida en cinco capítulos que conforman un rompecabezas, esta novela corta ganadora del premio «Roger de Conynck» nos invita a saltar así, en tono de pregunta, anticipando que no podremos dejar de cuestionar nuestras propias ideas sobre lo que es ser hijos, amantes, cómplices, amigos, vecinos, hermanos, madres, entre otros tantos roles. Una lectura divertida, conmovedora, irónica e inteligente que puede leerse en el orden que Adriana nos propone o en el que cada quien elija para lanzarse a seguir los pasos y relaciones que unen a Jorge, Manuel, Laila, Darío, Richard, Fernando, Inés y Silvia.